Me interesa el horizonte. Me interesa que el edificio se vuelva línea de soporte a un paisaje lejano… lo vuelvo fachada. Me interesa que la relación visual que genera el edificio se vuelva el edificio en sí misma; poder hablar de fondo y figura dentro de la reflexión entre materia y paisaje. Ese, el mismo paisaje que me envuelve y del que me hago parte para no ser un bloque sobre él. Logro que un espacio urbano se vuelva edificio al tiempo que cubro un espacio público, logro pues dos planos de actividad simultáneos. De igual manera me interesa la flexibilidad del plano, tanto a nivel funcional como a nivel matérico; trazo un piso que soporta accesos, tribunas, canchas y espacio público, en una línea; luego enmarco con lo que será otro espacio urbano, un balcón.

Hablo de rotula, de ordenador; hablo de un foco de actividades que a nivel urbano se comporta como núcleo estructurante del polígono deportivo; me vuelvo receptor, modulador y estructurador desde lo básico. Logro encontrar en mi plano de acceso un nodo de distribución urbano. Me interesa que el espacio sea el protagonista, que el usuario se comprenda como actor en la escena urbana y del paisaje, que haga parte de ese espacio que para el fue creado.

A nivel formal, le apuesto a lo simple, a lo sintético, a la linea como idea fuerza y al plano como superficie activa. Su sencillez me ancla al terreno, a las condiciones del lugar y su entorno, del cual me hago parte, me vuelvo protagonista de un sistema urbano desarticulado que encuentra orden a partir de un esquema claro y contundente. De igual manera, esta sencillez se lee desde la tectónica, un plano base que ubica su orden programático en un perímetro construido a nivel de subsuelo y en sus cuadrantes, que a la vez soportan una superficie limpia, un plano de cubierta que se vuelve arquitectura y piso urbano.