La propuesta nace de la necesidad de entender el espacio público como un lugar de encuentros, un espacio que permita la multiplicidad de usos sin perder con ello la escala humana y la posibilidad de lugares más íntimos.

Lo duro, el vacio, la plaza cívica, que permite que se den los encuentros masivos de la ciudadanía, lugar que responde a las tensiones de los edificios públicos que bordean la plaza.
El bosque, espacio íntimo bajo una cubierta vegetal, lugar de permanencia que mira hacia el interior de la plaza y las actividades que en ella se dan, espacio que al momento de darse eventos como conciertos o ceremonias religiosas se convierte en una tribuna abierta.

La calle: Un tratamiento que unifica la vía suprimiendo las diferencias en la nivelación actual, potenciando el espacio para el peatón. La calle entendida como recorrido a la vez que como espacio de encuentro.
La luz: la luz como guía, un sendero de luces que se prolonga desde la plaza a la calle, marca del paso de las personas y ceremonias, de los estudiantes y la semana santa.

El suelo: Tejido que unifica la plaza y desde esta de desprende hacia la calle, líneas que conectan los paramentos y dinamizan las perspectivas.  Los niveles: en la calle se suprimen para aumentar el espacio para el peatón, en la plaza se hacen mas intensos para crear espacialidades.